Quiero compartir con vosotras y vosotros, la carta de un técnico de sonido llamado José Sepúlveda, que expresa perfectamente la obscenidad del toreo.
Seguro que si se eliminase la parafernalia de la terriblemente mal llamada "fiesta" y la energía de crueldad en masa que se crea en ese tipo de "espectáculos", en la que la gente del público se retroalimentan unos a otros en una espiral de adrenalina compartida en su forma más bárbara, se vería cómo es la cosa realmente, cruda y sin adornos, y probablemente, algún que otro fanático de la tauromaquia recuperaría su sensibilidad perdida y su bloqueado corazón.
Os dejo con la sencilla y esclarecedora carta de José Sepúlveda.
"Como en muchas situaciones en la vida, hay que estar en un lado o en el otro.
Últimamente, el debate de “corridas de toros sí o no” está a la orden del día y tengo bien claro que me decanto totalmente por el NO y aquí os dejo una respuesta que ya di en su día a un artículo que hablaba sobre el tema y que ya he compartido con varios amigos, en sus muros de Facebook:
En mi caso, que me ha tocado llevar el sonido en alguna retransmisión, siempre he comentado que, si en lugar de la mezcla de sonido de la banda de música, aplausos, bravos, olessss y demás… el sonido fuera el que capta el Sennheiser 816 (micrófono que capta a gran distancia y buena calidad) a pie de ruedo, donde se escucha perfectamente el sonido de la banderillas al entrar en la piel, los mugidos de dolor que da el animal a cada tortura a la que se somete… y además lo acompañáramos de primeros planos de las heridas que lleva, de los coágulos como la palma de una mano, de la sangre que le brota acompasada al latir del corazón o la mirada que pone en animal antes de que le den la estocada final, creo que el 90% apagaría el televisor al presenciar semejante carnicería a ritmo de pasodoble.
Yo, personalmente pedí el dejar de hacer ese tipo de trabajo, precisamente un día que en Castellón me tocó estar en el callejón y me cabreé mucho al escuchar a un toro, al cual el torero falló cuatro veces con el estoque y harto de escuchar al pobre animal me quité los auriculares… No tuve bastante, que mientras agonizaba, escupía, se ahogaba en su sangre, se vino a morir justo pegado a mí, apoyado sobre las maderas mientras daba espasmos y su mirada ensangrentada y con lágrimas, sí lágrimas, sean o no sean de dolor, se cruzó con la mía y no nos la perdimos hasta que un inútil … falló dos veces con el descabello, al que le dije de todo.
Ahí acabó mi temporada torera de por vida.
Son sentimientos personales y lo mas probable es que a un amante de “la fiesta” le parezca ridículo, pero para mí, más ridículo es cuando después de semejante carnicería, giras la vista al público y los ves allí aplaudiendo, comiendo su bocata sin inmutarse, ni habiendo visto y oído lo que yo."
Afortunadamente son muchas las voces en contra de esta barbarie. El día que se suprima todo el maltrato animal en España y se acabe la fiesta de la sangre para el disfrute de trogloditas sádicos sin sentimientos, ese día SI sera fiesta nacional y sera motivo de celebración de que por fin un pais es justo, inteligente y ha comprendido que TODOS los animales entre los que se encuentra la raza humana, sentimos dolor, miedo, alegría por la vida y lloramos por las emociones.
ResponderEliminarTal vez la fiesta esté en los graderíos, para personas de dudosa sensibilidad. Pero, en la arena, solo hay crueldad y burla a la nobleza de un animal maltratado.
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