Paremos la extracción de bilis de oso

 

A Jasper lo vistieron con un chaleco de hierro. Había intentado morir varias veces dándose puñetazos en el estómago. Es la manera de suicidarse que utilizan los osos luna -por la media luna blanca que lucen en el pecho- cuando ya no pueden soportar el dolor.

Por los barrotes de la apretada jaula, en la que apenas cabían sus 200 kilos y su 1,82 de altura, colgaba de su vientre rasurado una cánula sucia de la cual salía un líquido pastoso, tirando a dorado. El dócil Jasper, como los 63 restantes del barracón, había caído en una granja de bilis de oso. Un próspero negocio que, según explica a Crónica Tim Ash, portavoz de Animals Asia, genera unos 2.000 millones de dólares al año. "Hay más de 12.000 osos enjaulados en China y Vietnam", estima Ash. Sólo en este país asiático han muerto 600 en lo que va de año, principalmente por tumores, infecciones, fallos cardíacos o peritonitis.

Quince largos años permaneció Jasper entre barrotes con el vientre abierto, goteando bilis sobre una fuente de aluminio. A otros los drogan y les pinchan varias veces en el abdomen con agujas de 10 centímetros sin esterilizar hasta que les sacan todo el líquido. Jasper tuvo suerte, pudo ser liberado y curado. Pero Layla no fue capaz de aguantar la tortura. Después de la última extracción, era agosto de 2011, agotada por espasmos atroces que la llevaron al desvarío, Layla decidió adelantar su final. El suyo y el de su propio hijo. Estranguló primero al pequeño, al que habían empezado a sacar bilis, y a continuación ella se suicidógolpeándose la cabeza contra las barras oxidadas de la jaula.

Codiciada por sus supuestas propiedades medicinales -existe la creencia de que cura el cáncer, las dolencias del hígado, reduce la fiebre y la inflamación de las articulaciones...-, la bilis de oso ha ido ganando fama como droga recreativa. Mezclada con vino de arroz o con vodka, al parecer resulta un "tónico saludable", "euforizante" y "sin resaca". La demanda proviene sobre todo de Japón, Corea, Malasia y Singapur, Indonesia y EEUU. También de Australia y Canadá. En Vietnam, para los compradores locales, la bilis se vende a cinco dólares el centímetro cúbico (media ampolla), mientras que a los turistas se le pide 30 por la misma cantidad. Hay quienes prefieren comprar el animal vivo, especialmente plantígrados pequeños, sacrificarlo y quedarse con vesícula biliar entera para uso propio. Pagan por ello 2.000 o 2.500 dólares. El riesgo para los traficantes suele ser mínimo. La mayoría de las veces la Policía les deja libres a cambio de una mordida o una multa.

Mafias organizadas, furtivos y campesinos a la pieza -pueden recibir 50 dólares por un oso adulto- se encargan de llenar las granjas clandestinas. "Por lo que sabemos, podría haber personas de ascendencia española en este negocio, pero no lo puedo asegurar", nos dice Ash desde la sede de Animals Asia en Sichuan, en la famosa tierra de los osos panda. Desde allí han lanzado al mundo un SOS para intentar que esta barbarie no siga prosperando. Veterinarios y psicólogos se encargan personalmente de liberar a estos plantígrados -lo hicieron con Jasper-, enjaulados para su explotación masiva en granjas escondidas en zonas rurales de China y Vietnam. Sólo en Hanoi, la capital vietnamita, han contabilizado 300 cárceles de osos luna. En su mayoría custodiadas por perros de presa y hombres armados.

Los que aún tienen posibilidades de sobrevivir terminan libres en el santuario de Animals, 12 hectáreas (el equivalente a 12 campos de fútbol) equipadas con quirófanos, hospital y amplios espacios que recrean el hábitat de los osos en las montañas. Ahí comenzó una nueva vida para Jasper. Los 15 años de encarcelamiento habían consumido todos sus músculos y forjado una desconfianza extrema hacia las personas. Parte de la piel se le había caído por el roce con los barrotes de la estrecha jaula. Sus dientes estaban desgastados de tanto morder las barras. "Fue milagroso, creíamos que jamás se recuperaría de semejante experiencia", dice Ash. Y lo hizo sin rencor, feliz. A pesar de su traumática vida, Jasper se ganó una reputación de oso "pacificador" entre los suyos... Y de paso aprendió que no todos los humanos son iguales.

 

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