Joven héroe salva perro de morir ahogado en el Bierzo

Arturo Oliveira no sabe muchos días si va a tener para comer. La mañana en que sucedió esta historia, desayunó en uno de los muchos comedores sociales en los que Cáritas dan algo a los que nada tienen. Pero si algo le sobra a Arturo Oliveira es corazón, alma y cariño por los animales. Lo demuestra esta preciosa fábula, una noticia de esas que no salen en las portadas de los medios de comunicación ni acumulan miles de usuarios únicos en los digitales, pero que demuestra la grandeza del ser humano. Otra prueba de que aún hay esperanza con la bondad de nuestra especie.


Ocurrió el lunes, y ya lo contó Bembibre Digital, una web local de la comarca del Bierzo, en León. En plena oleada de lluvias torrenciales que inundaron infinidad de territorios en Castilla y León y Galicia. Arturo acababa de regresar de desayunar del comedor de Cáritas. Y se encontró con un perro mestizo, con bastante de Setter, en lo alto del tejado de una nave agrícola de Bembibre. Bajo el perro, como se puede ver en las fotos, un auténtico mar como consecuencia de la abundante agua caída.

Arturo, tras sacar al can de una nave inundada. FOTO HÉCTOR KEUDELL/BEMBIBRE DIGITAL

El joven no se lo pensó dos veces. Pese a que la temperatura estaba más por debajo que por encima de cero, se lanzó al improvisado lago. El efecto en el can fue justo el contrario. Atemorizado, el animal se metió dentro de una nave agrícola absolutamente anegada. En vez de ver al joven como su salvador, lo vio como una amenaza. Pero Arturo no lo dudó. Se jugó el pellejo y braceó hacia el interior de la construcción.
El cansancio empezó a aparecer en la cara del héroe. De nuevo las estupendas fotos de Keudell lo atestiguan. Al final logró coger al perro y sacarlo de la nave. Arturo no hacía pie. Tiritaba congelado. Pero siguió nadando hasta alcanzar un cercado de madera en el que tomó aliento, agarrado. Tras reponer fuerzas siguió su lucha por poner a salvo al can, que movía también sus patas para ayudar en el rescate, confíado ya de que quien le portaba en brazos no podía más que ser su única salvación.

Arturo, agarrado a un cercado, coge fuerzas. FOTO HÉCTOR KEUDELL/BEMBIBRE DIGITAL

Pero Arturo aún tenía delante una última dificultad: salvar una verja de alambre y hierro que separaba a héroe y Setter de tierra firme. El joven logró sacar por encima de la misma al animal, aprovechando que era una valla de poca altura. Y el héroe, humilde y anónimo, entregó el perro a su dueño, que contempló atónito el rescate.
Arturo Oliveira no sabe muchos días si va a tener para comer. Pero no pidió nada por su gesto. 
Ni dinero ni fama. Los ojos del setter mirándole agradecido fueron seguramente su mayor premio.

Arturo, extenuado, a punto de culminar su rescate. FOTO HÉCTOR KEUDELL/BEMBIBRE DIGITAL

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